Ética
aplicada
Diversidad
o discapacidad
No
es desconocida la capacidad del ser humano para discriminar y ser discriminado,
basados en una “normalidad” efímera y falta de todo principio y razón. No es un
fenómeno nuevo, todo lo que al ser humano le parece diferente, de menor valía, que
no se ajusta a la vivencia cotidiana ha sido visto con miedo y es precisamente
en ese miedo en donde se desata la hostilidad; sin embargo, no todos sufren de
dichos miedos, algunos intentan dar rienda suelta a su curiosidad y tratar de
entender lo diferente, es precisamente por estos segundos que el mundo con todo
lo bueno ha avanzado a donde está hoy.
La
discriminación puede darse en cualquier ámbito y por cualquier motivo: nivel económico,
ideología política, credo religioso, preferencia sexual, etc. Y todos los anteriores
son temas ampliamente discutidos y en algo atenuados en las poblaciones más
abiertas y en los gremios “minoritarios” más activos en la lucha, pero no es
claro quien emprende la lucha por la protección y la dignificación de la
discapacidad. Desde el punto de vista médico la discapacidad enfrenta grados de
disfuncionalidad que no siempre son irreversibles o no mejorables. La
discapacidad sea física o mental no tiene que ver con la disminución de la
capacidad de ser persona; las personas con algún tipo de discapacidad tienen
todos los implementos para ser dignificados como tal y para ser aceptados e
incluidos en la sociedad.
La
discusión ética al respecto es amplia, pues efectivamente para las personas
discapacitadas se pude ver difícil enfrentarse a la sociedad discriminadora, teniendo
en cuenta que son desde el nacimiento catalogados y puestos como los de menor valía
y utilidad, el cambio debe darse desde estas mismas personas que deben, en la
medida de lo posible, tomar en sus manos la lucha activa por la garantía de sus
derechos, independiente de los costos económicos, es una obligación social. la
ONU (Organización de las Naciones Unidas) ya ha planteado este tema respecto a
los nuevos retos de los derechos humanos, unos derechos humanos mas incluyentes
y que respeten la diversidad, actualmente todos los teóricos en el tema de la
discapacidad optan por el abandono de este término y cambiarlo por diversidad,
algo que no es descabellado y que suena muy familiar a la época en que la
homosexualidad, como ejemplo, era considerada una enfermedad mental.
Refieren
en su artículo Paulina Morales y Beatriz Vallés un análisis basado en
principios hegelianos, estos clasificados en principios de reconocimiento y de menosprecio.
Los primeros; el amor, el derecho y la solidaridad. Los segundos; la violencia
y a violación, la desposesión y la deshonra. Si bien dicho análisis no facilita
en nada al lector la problemática de la discapacidad, es reconocible el
esfuerzo teórico de la autoras por dar a entender la problemática teniendo en cuenta
antecedentes y retos actuales, este análisis si bien tiene información muy
valiosa, esta sesgado cuando no toma en cuenta la multidisciplinariedad del
abordaje de este tema, pues solo toma en consideración el referente filosófico y ético,
se dejan de lado y se merman los referentes biológicos, médicos y sociales que
tanto tiene que ver con el tema en cuestión y además ponen de manifiesto cierta
inconformidad sutil en cuanto a los avances en genética médica.
Sin
duda, la genética es uno de los campos médicos más controvertidos y éticamente cuestionables,
teniendo en cuenta sus avances en las últimas décadas, pero dicha
cuestionabilidad no debe hacer olvidar que dichos avances han sido protagónicos
para el establecimiento de la “calidad de vida” de muchas personas, el hecho,
no reside en negar que las personas con discapacidad o limitación física o
mental tengan o estén propensas a menos oportunidades de autorrealización,
puesto que, se quiera o no el no poder valerse por sí mismo y el no tener el
pleno goce de la libertad ya de por si es un limitante bastante importante, la cuestión
es que hay que emprender el cambio de visión de los discapacitados y brindarles
una garantía de vida digna; ahora bien, ¿qué pasaría en un tiempo hipotético en
donde la genética nos permita el nacimiento de personas libres de
discapacidades? Pues es un tema abordable desde muchos ángulos, pero no hay a
simple vista una contradicción con los principios de respeto e inclusión para
los discapacitados. Si es posible mejorar la calidad de vida de una persona
desde antes de su nacimiento, ¿por qué no hacerlo? Que referente ético lo
impide. Las discapacidades como ya se ha dicho son de diversos tipos, y entre
sus clasificaciones están las genéticas y las adquiridas, ¿el poder realizar
mejoras quirúrgicas, como ejemplo, a una discapacidad adquirida, deberá ser
considerado para análisis ético?
En
conclusión, la discapacidad actualmente no tiene el análisis y la valoración que
debería, es necesario validar a las personas con discapacidad y permitir su
desarrollo máximo, facilitándoles una sociedad inclusiva. Desde etapas muy
tempranas se necesita que estas personas cuenten con mecanismos de afrontamiento
hacia su diferencia, para que sean protagónicos en la lucha por sus derechos,
si bien las discapacidades no merman la capacidad para ser personas con todo lo
que esto significa, tratar de dar funcionalidad a un órgano o sistema va más allá
de los referentes éticos de discriminación para confrontar los retos de la
calidad de vida.
Morales, P. y
Vallés, B. (2013). Discapacidad y reconocimiento: reflexiones desde el prisma
de Axel Honneth. Dilémata, 5(13), 189-208. Recuperado de
http://www.dilemata.net/revista/index.php/dilemata/article/view/249/276
Guibet, C. y
Romañach, J. (2010). Éticas de la diversidad. Una alternativa a la ética de
Peter Singer. Dilémata, 2(3). Recuperado de
http://www.dilemata.net/revista/index.php/dilemata/article/view/37/52
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